Yo siempre suelo ser de pocas amigas, muchas enemigas, bastantes conocidos, un séquito de amantes, hombres que sueñan tenerme, admiradores secretos y otros obsesionados con mi belleza.
Entre esas pocas amigas que tengo, una resalta, más que por sus curvas y su estilo de niña salvaje con toques de punk rock (pero siempre girly), tacos a pesar de su altura y obsesión por lo chic, lo lindo y las liquidaciones. En resumidas cuentas es una yo de un universo paralelo, en donde el cuero ecológico es parte del día a día, el animal print nunca pasa de moda y tener pieles maravillosas está prohibido, porque los animales son casi personas.
Somos tan parecidas en algunas cosas, como el gusto por el sushi, los hombres bien parecidos y altos, que nos paguen las cuentas siempre, combinar la ropa y tener nuestro propio estilo, el que es copiado por las otras bitches y, obvio que no les asienta, ya que nosotras tenemos clase, aristocracia, ese sentido del refinamiento que ya lo quisiera Kate Middleton.
Pero así como somos parecidas en eso, somos lo contrario en muchas instancias.Yo soy el día y ella es la noche, Pocahontas versus Aurora (la Bella Duermiente, para los que no saben), Versace y Gucci, Margaret Tatcher y Evita. Tenemos formas extremas de ver la vida. Yo criada en el colegio de monjas, para las familias más conservadoras y ella en el colegio laico donde aprendió el "just wanna have fun".
A pesar de todo lo anterior, lo que nos une no son nuestras diferencias ni concordancias, sino nuestra genética de "femmes fatales" y el ojo para engancharnos de hombres con los que no tenemos futuro, en un autosabotaje para no pasar por el altar y mantener la libertad de hacer lo que queramos por la vida, con quien queramos, cuando queramos.
Y, entre esos autosabotajes, ambas tenemos unos especímenes que son bastante recurrentes. Ella tiene a Black y yo tengo a Él, quienes son lo peor de lo peor en nuestras historias llenas de romances de cuentos de hadas, ya que se han convertido en la más tenebroso y lujuriosa pesadilla, además de ser las relaciones más estables que hemos mantenido.
Ella lleva 8 años con Black, como un tipo de cortesana de alta clase (a la cual él siempre acude cuando anda por la ciudad, ya que ese hombre trabaja y viaja mucho, a pesar de tener una novia y que mujerezuelas no le faltan, pero como dije anteriormente, la clase es de pocas y siempre la piden); mientras que yo llevo casi 5 años amarrada a un idilio de cuerpazo oculto en traje de diseñador pasado de moda, una cara de nerd que no revela el potencial que tiene y los dotes que una sabe sacar con la picardía y el fuego que sólo las ladys tenemos entre cuatro paredes.
Lo más malo de estas relaciones que tenemos es que no sabemos cómo salir de ellas. Somos conscientes que no son buenas, porque nos han generado una adicción que no es tratable en "Betty Ford". La verdad es que unidas hemos podido salir adelante paso a paso, consejo a consejo, caída tras caída, pero no sabemos si es que aguantaremos la abstinencia a pasar un buen rato, porque a pesar de todo y castellanizando las palabras de The Cardigans, estaremos "perdiendo nuestro juego favorito".
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