Las dejaron ir al baile solas

Y por fin llegó el día. Después de meses de dietas, malos humores, búsquedas de trajes, zapatos, horas en la peluquería y mentalización de bailar de todo lo que hay en el amplio espectro musical, Pili se casó con si Yindo de la vida y celebró como lo hacen las diosas del Olimpo, es decir, al lado del mar con un espectacular atardecer.

Si bien, antes de la fiesta estuvo la ceremonia por la iglesia, en donde Pili y Yindo escogieron una de las más antiguas de la ciudad, con ese aire colonial, también al lado del mar, lo que nos entregó una mística y frescura a la vez y ese gustito old fashion, que me gusta tanto como el trago de mismo nombre.

Pero lo a historia comienza mucho antes. Cuando estaban todas con pareja y yo pensaba que me iba a tener que sentar en la mesa de la soltería. Esa que está con los losers sin parejas y que no pudieron tener un chaperón de gran talante.

La cosa es que como iba a ir sola hice uno de esos berrinches terribles y hablé con Dior para que hiciera algo y no me dejara en el umbral de una cena maravillosa con desconocidos con quienes no hablaría. Y como soy hija predilecta del de Arriba, le debo dar gracias por el favor concedido.

Poco a poco las relaciones de mis cercanas se fueron destruyendo y debilitando, debido a que los hombrones eran unas víboras con cara bonita y veneno en el cuerpo, que sólo las embelesaron, hasta que ellas despertaron a la realidad sin compromisos de ellos, sin una forma de cariño y sin tener pareja para el matrimonio. Así, con esa revelación que llegó, nos pusimos de acuerdo en ir vestidas lo más fashion, pero sin  opacar a la novia en este caso, Pili.

De esta manera mi otra yo, Taby, Lía, Andy y yo llegamos vestidas de diversos colores, peinados especiales y con una combinación magnética de seducción y estilo. Lo bueno y malo es que Andy  se encuentra encinta, sino hubiese explotado la iglesia por tanta deidad y poderío del fashion reunido,

Con nuestros atuendos de gala y zapatos altos e inimaginables, fuimos hasta la orilla del mar para el baile. Mas lo primero que hicimos fue una sesión fotográfica de aquellas, cuando el sol daba ese tono anaranjado que se reflejaba en nuestra bella piel, por lo que debíamos guardar el momento para la posteridad, ya que una casi nunca está con tacos en la playa.

Como mi deseo de que nadie tuviera pareja funcionó, a todas nos sentaron en la misma mesa, en donde brillábamos y los otros hombres del lugar nos admiraban, incluso los que estaban casados nos inspeccionabas con el rabillo del ojo y suspiraban por no poder estar con nosotras.

La cena estuvo exquisita y delicada, como lo es Pili. Con sabores diversos y tan espectaculares que es difícil identificarlos y unos postres de lujuria, que daban ganas de repetir una y otra vez. La sobremesa fue graciosísima, cuando hablamos de todas las decepciones amorosas que nos han hecho, la fama, la maldición de ser bellas y caer ante tanta labia.

Después vino el baile y allí ocurrió el destape. Con al alcohol que teníamos encima (justo nos pusieron nuestra mesa al lado del bar, como una forma de alivio, para no pararnos a cada momento y que los hombres llegaran a saludarnos sin que las otras mujeres se pusieran celosas) cantamos, soñamos y hasta coreamos diversas canciones kitsch de esas que da pena reconocer que te gustan o que te las sabes de memoria por los años de escuchar la radio de la nana, mientras ésta barría.

Allí todas happy por la nueva "señora", de repente una de nosotras se desapareció. Veíamos hacia un lado y otro y no aparecía por ningún lado. Claro, es que ya había visto y marcado una presa que no tuvo inconveniente en atacar cuando tuvo la posibilidad y mientras bailábamos y las velas se consumían, apareció victoriosa.

Pero no fue la única que tuvo efectos matrimoniales. Al fina de la noche, otra de las nuestras estaba "spinning like a record" y parece que practicaba sus clases de alemán y chino, por su lenguaje traposo y enredad, pero siempre con su sonrisa.

Otra de las mujeronas se retiró antes, puesto que su situación embarazosa le impidió estar más tiempo en el lugar, ya que algunas zonas hinchaban y otras se comenzaban a mover de manera molesta, lo que le impedía seguir bailando éxitos del ayer como el "wadu wadu".

La que yo creía que sería fome, estuvo a la par conmigo, hasta el final de la noche, no bailando, pero sí conversando, ya que la cantidad de alcohol en su cuerpo era la mínima, mientras que yo ya estaba a full estanque, pero conservando la dignidad que siempre se profesa.

Tras apagar las últimas velas, nos fuimos como mujeres grandes en carruajes con taximetro y yo llevé a dos de mis amigas para que no se perdieran en la madrugada con tanta invitación de hombres ansiosos de ellas, que las llaman a deshoras, para ofrecerles más que su amor y después del rato, dejarlas sin honra.

Así terminó la festividad de Pili y Yindo, nosotras nos fuimos a nuestros aposentos y los newlyweds de vacaciones a México lindo y querido...