Freedom!!!!

Tras varios años de suplicios, conversaciones con mi almohada de plumas de cisne, cafés y cócteles con mis amigas, tomé la determinación de deshacerme de una buena vez de los recuerdos que tengo del más malo y despreciable de todos en mi vida amorosa: ÉL.

Lo pensé mucho. Seguí el consejo de mis cercanos, efectué ecuaciones lingüísticas con cada una de sus palabras. Hice todo lo que en las clases de semiótica me enseñaron para ver el subtexto, la ideologización, descubrir el mensaje y todo tenía el mismo fin, ser puras mentiras y vilezas de su parte con tal de encubrir las investigaciones que yo hacía para saber con quién estaba, si me engañó cuando salíamos, con cuántos y un etcétera más de carpetas con todo lo que pude recopilar, como lo haría Angela Lansbury en "La reportera del Crimen".

En el intertanto de cómo mis archivos se agrandaban, más me alejaba del patético personaje que llenó tantas historias y que para lo único que sirvió en mi vida fue para ayudarme a destapar la imaginación que corría por mis venas y redescubrir mi veta de escritora profesional, con talento para el Pulitzer, pero después de eso, sólo fueron dolores de cabeza y meses enteros de no poder entablar más que charlas con los hombrones que me seguían como los colibríes al néctar.

No negaré que me costó un poco tomar la decisión de mandarlo al olvido y botarlo, como lo hice con la ropa de la temporada pasada y esas chala-botas que me regalaron y que nunca usé, o como las crocks horribles, que la gente se esmera en usa, siendo adefesios de la moda. Pero lo hice, a pesar de creer que podría reutilizarlo, no me di más vueltas y lo incineré, para luego esparcir sus cenizas dentro del basurero más horrible que encontré.

Explícome. Tras varios meses sin dirigirle la palabra a susodicho, éste me habla para solicitar algo de información, la cual le di, pero no afable como siempre, sino que con un tono bastante neutro y le colgué el smartphone de última generación. Tras eso, recibo un mensaje de texto en donde me pedían explicaciones por el tono de voz utilizado. Y yo no he aguantado nunca que me pidan explicaciones sin razón, por lo cual eliminé el mensaje, el número de teléfono, lo borré de la agenda, lo bloqueé de todas las cuentas de redes sociales en las que pertenezco, entre otras tantas artimañas para que no me encontrara ni en Google.

Todo lo anterior quiere decir que se fue de una vez por todas de mi vida y es que ya me aburrí que siempre llegara con el cuento de ser amigos por un bien común o sólo se acordara de mí cuando necesitaba un favor, un poco de glamour en su vida o entretención con mis maravillosas historias de vida.

Sé que me puedo poner media kitsch a veces, pero esas canciones indican mucho del sentimiento que me embarga y como Lucerito, antes de casarse con Mijares, le canto a esa rata de dos patas, "ya no, lo siento, tú hora pasó..." y ya no hay reprogramación de horarios.