Mar en calma

Tomé una decisión extrema, y no es de esas extremas como cuando me dio por ser gótica o cuando me volví una chica bañada en oro, o cuando combiné Gucci y Chanel para ir a uno de esos eventos de alfombra roja a los que siempre  me invitan.

Decidí, por el momento, dejar de salir con los hombres que se me acercan, que me presentan y los que ya pertenecen al stock de mis agendas semanales, mensuales y quienes desean, por cualquier cosa del mundo, tener un poco de mi atención; y ocupar todo ese tiempo de citas, veladas, cenas, almuerzos y cafés en la persona que más me importa en la vida, Yo.

Suena de otro mundo dejar todo eso de que me paguen las comidas y dejar de recibir regalos y halagos por mi personalidad, mi cuidada figura, los comentarios que hago y un etcétera de atributos que ya deberían de conocer; pero la verdad es que necesito un break, estar en paz un momento, puesto que muchas veces recibía llamados a las horas más desconcertantes, rastreos psicopáticos, llantos de amor, peticiones de matrimonio y un sinnúmero de otras acciones efectuadas por algunos de esos machos alfa que me persiguen, me llevaron a este nuevo ritmo de vida.

Además, el tiempo que le dedicaba a ellos y a sus citas -las que se transformaban todas en lugares comunes, con la misma mesa, el mismo restaurante y las mismas frases cliché-, lo podré canalizar en efectuar tantas otras de las cosas que no he tenido tiempo: irme de viaje sola, leer mil y un veces "Breakfast at Tiffany's", al igual que ver la película (una de mis favoritas), pasar el tiempo con mis amigas, que las tenía perdidas de mi presencia de deidad; un etcétera de cosas que no podría enumerar ahora, en especial porque estoy rehaciendo mi maravillosa agenda.

Es una locura rearmar parte de mi vida, pero como los grandes diseñadores, sé que debo reinventarme, sin perder mi esencia apolínea, el garbo, ni nada de lo que me ha caracterizado desde el momento de mi gestación y me ha acompañado siempre, incluso en esos momentos de debilidad y cuando pierdo la razón y no combino bien los colores.

Quienes crean que estoy delirando, les recuerdo que yo siempre he sido una mujer independiente, sin necesidades, de una familia decente y de buenos sentimientos y, más encima de esas que tienen el gusto y delicadeza de una familia consolidada por los años y prestigiosa por la trayectoria e historia en la zona.

"Hay sueños y realidades, cuando se cumple el sueño, hay que preocuparse de las realidades", me dijeron una vez, yo siempre me preocupo de  mi realidad, pero me da pena que yo sea parte del sueño de muchos hombres en el mundo.