Quiere flores, señorita...

¡Oh mi Dior! Esa fue la frase que grité, al enterarme que sólo faltan cuatro meses para la boda de Pili y Yindo, y que por circunstancias de la vida no tengo a quien llevar al matrimonio. Y no es que hombres me falten, sino que Pili, como hará una ceremonia íntima para 150 personas, no quiere que cualquier pelafustán nos lleve del brazo al magno evento, sino que si vamos con alguien, sea uno que presentemos en sociedad, que sea cómo una gargantilla regalada por tu abuela, en vez de un accesorio lindo, pero sólo para una ocasión.

La verdad, a mí me daría lo mismo ir sola, porque sé que los solteros de esa noche me estarán revoloteando para una pieza de baile, llevarme tragos o alabar mi perfecto traje, exclusivo y vibrante, que me hace lucir muy joven, pero imponente. Lo malo es que todas mis amigas ya tienen o están a punto de mostrar a quien las acompañará, lo que reduce mis posibilidades de tener a alguien con quien comentar las malas combinaciones, el chifón horrible de los vestidos y la mala calidad de los trajes. Ayyyy, siento como cuando Emily de "The Devil wears Prada", cuando perdió ese maravilloso viaje a París. O como cuando Bridget Jones llegó vestida de conejita Playboy a la fiesta.

Esto que me pasa no sé si es por culpa de la primavera que demora en llegar, o porque quiero tanto a Pili, que no deseo entrar derrotada, sentada en la mesa de los solteros -en donde dejan a los que van sin pareja, en especial a los sin estilo, primos lejanos y nerds, divorciados locos, entre otro tipo de especímenes extraños, pero no cotizados-, donde tendré que hacerme la amable con la gente más necesitada.

No sé sí quiero comenzar a buscar a alguien y comenzar una relación con el que venga -casi como lo describe Carolina Aguirre en su libro "Cita a ciegas"-, ya que ni en las liquidaciones me conformo con prendas con algún detalle (si no están perfectas, no sirven), pero como borré a todos de mi vida, para recomenzar y tomarme un tiempo, es difícil hacerse de un guapetón que me haya acompañado por muchos años, ya que al igual que un vestido de imitación, no quiero verlos, puesto que me hacen daño visual severo.

Lo peor de todo es que estuve a punto de tener ese accesorio de smoking, pero como nuestras agendas no coincidían, tuve que desestimar su compañía en el plano sentimental, y agregarlo a la temida friendzone de mi vida y que muchos quieren escalar, hasta llegar a mi divinidad.

En fin, no me quiero hacer más dramas de los que ya tengo con el vestido que me pondré, el maquillaje y los accesorios a usar, para brillar esa noche, pero sin opacar a la novia -lo que será difícil, ya que brillo más que Venus- y sin tener que pasar frío por el viento, ni calor por el baile. Y aún quedan cuatro meses, vamos a ver qué pasa.

Eres tú, no yo o mi propia Sex and the City

Me he fijado que no sólo a mí me ocurren cosas rarísimas, sino que a todo mi círculo pasa por una ola de sucesos extrañísimos, que tienen un patrón muy similar entre sí. Están llenos de ex, de mensajes, de reencuentros, de salidas, de drama y de confusión mental, así como entre escoger un viaje entre París y Roma, o como la ropa que uno se va a poner antes de salir en primavera, pero cuando hace mucho frío. ¿Qué es prioridad, el fashion o no estar como cubito de hielo?

En fin, lo que quiero narrar es que, hace más menos un mes a todas nosotras nos pasó. De pronto comenzaron a llegar los fantasmas del pasado, así como en el relato de Charles Dickens, y comenzaron a atormentarnos con esos cuentos del final feliz, del reencuentro, de tantas cosas que una mujer en lo más interno quiere y que cambiaría por los mejores y más exclusivos zapatos de la temporada, pero no sabes cuál zapato es el que te gusta y terminas por ceder a ese internal wish.

Así, esos fantasmas, llamados ex novios, comenzaron a reencontrarse con todas. Como una plaga, fuimos cayendo de a una. Primero fue Taby, siguió Mi otra yo y, sin quererlo, también caí en ese juego del ex que llega a saber cómo estás.

La verdad, es imposible no darle un momento a ese hombrón con el que la pasaste bien, quisiste, saliste, mentiste y del cual convertiste en una suerte de esclavo para tus más raros menesteres y los aceptaba, porque esperaba la recompensa que le darías. Por Dior, es tan difícil no contestarles, pues sabes que también quieres saber qué pasó con ellos.

La cuestión es que Taby salió con dos ex. El primero la confundió con una de esas chicas enamoradas del amor y le dedicó todo un poema en un mensaje de texto, diciendo que no podía vivir sin ella. Claro, Taby a ese uno sólo lo tomó como un juego, un pasatiempo y no un revival del amor. así que trató de deshacerse de él, como una se deshace de las fotos en las que sale mal. Con el otro ex hubo más conexión. Si bien están como amigos, se ve que algo pasará. Es como un amago de incendio al que le echan bencina. De verdad, está media pegada con su hombre, aunque sea como amigos, salen mucho y, de verdad, Taby es muy tentada y puede ser esa historia tipo dama y vagabundo, que de verdad no se acerca a nuestro estilo.

Mi otra yo también tiene una pseudo historia de amor, con un ex. Llegó de la nada a la ciudad, la buscó y salieron y es como su Mister Big (pero no con tanta diferencia de edad), ya que está loca de amor, como yo lo estaría por un vestido Marchesa de pedrería. Mi otra yo está pegadísima con el tipo, incluso me dejó de lado una vez por estar con ese hombre que tú ves allí.

Tanto le ha dado el engnache con esta nuevo-antigua presa, que sólo se conforma con pasear de la mano, verlo o mirar TV con él. De verdad no sé qué pasó con eso de las salidas a comer, los paseos a lugares lejanos y que le paguen las cuentas. Se está perdiendo, como quien pierde unos aretes en un matrimonio o una caja de chocolates belga en el tiempo de dieta.

Y para qué hablar de mí. También reapareció un ex, de esos que te encantan, pero que son una enfermedad lenta de sobrellevar. Lo adoro, le quiero, a veces le necesito, mas no dejaré que esta vez me trate como a su juguete. Yo soy acá la que pone las reglas y, aunque con sus abrazos, su voz suave y sus mentiras (miente mucho y yo tengo una memoria privilegiada, que se recuerda los nombres de diversas tonalidades de verde y que se sabe los estilos de cada una de las prendas que salen en tooodas las temporadas),  no va a lograr que lleguemos a una siguiente ronda.

Lo más gracioso de esto, es que lo teníamos oculto, hasta que nos juntamos un día a almorzar y, como nos llamaron casi a la vez, tuvimos que confesar y compartir estas experiencias. Lo malo es que nuestras experiencias sólo nos confunden más. Cada una tiene su espina y talón de Aquiles con cada hombre que se pasa, pero tampoco podemos desconocer que debemos seguir cumpliendo nuestros compromisos de hace meses agendados con los otros que nos revolotean... Ojalá que ninguna de nosotras caiga de nievo con ellos, o si no, como lo dijo Frank Sinatra y lo rehizo Nicole Kidman con Robbie: "And then I go and spoil it all, by saying something stupid like..." Y ni siquiera puedo terminar la frase.