La historia que no fue

Comenzaré por narrar lo que ocurrió hace unas semanas atrás, con lo que fue mi existencia de un par de días en donde nada me quedaba bien y mi jubilosidad estuvo más que perturbada por las consabidas desazones de una vida llena de glam y telenovelesca. Es decir, con más dramas y desaventuras que los capítulos de serie venezolana. Y todo justo antes de mi cumpleaños, porquebun cumpleaños para que sea perfecto, debe tenernun poco de drama antes.

Conflictos. Aquella es la palabra que resume todos esos días mi existencia, a lo menos, por toda la primavera. Me di cuenta que Él no me gusta (tanto), que El Otro no es nada más que un invento resoplante para olvidarme del primero y, lo peor de todo, es que he descuidado mi aspecto, casi desahuciando el look primaveral, puesto que se me olvidó comprar el avance de temporada y corrí el riesgo de vestirme como el normal de las personas, cosa que nunca ha estado en mi agenda.

En serio, me estoy hartando un poco de ser el sex-symbol, de tener la vida por delante, pero a nadie de mi categoría para llevarla a cabo, con los problemas que trae ser una mujer del siglo 22 (sí, siempre voy adelantada), con poder de decisión, monetario y sentido de la moda mucho más allá de lo que el vulgo acostumbra