Mala de adentro

Un año ha pasado. 365 días desde que celebré mi año nuevo. Y digo "mi año", porque como diva que soy, no lo celebro como el común de los mortales, sino que la fiesta se hace en grande cuando gano un dígito más de experiencia.

Así, dando una vuelta de todo lo que hice, dejé de hacer, corazones que rompí, hombres que dejé plantados, liquidaciones en las que compré, toda esa ropa que regalé a caridad porque pasó de moda, entre un largo etcétera de cosas, me di cuenta que todo lo bueno que pude efectuar igual terminó con consecuencias negativas para los otros.

Los consejos de moda para un amiga la hicieron irresistible, pero hicieron que terminara con su prometido, con quien se casaría este otoño. Otro de mis consejos hizo que una de mis amigas dejara su antiguo trabajo y se cambiara a otro mucho mejor, pero con la mala suerte que la trasladaron a un lugar muy frío a los pocos días de haber comprado el avance de temporada de verano. Otro de los problemas suscitados por mi bondad fue el de una de mis BFF, a la que la obligué a ir a un matrimonio de primera línea y terminó enfermándose por el cóctel de camarones que sirvieron.

Eso, entre otro montón de situaciones en las que mi bondad se ha transformado en un maleficio, me puse a pensar, si en verdad no soy esa damisela en peligro, que no soy esa Blancanieves ni esa Andrea Sachs tratando de ser la asistente perfecta, sino que soy Miranda Priestly en la búsqueda del más mínimo detalle para destruir a quien está al lado mío, sólo para suplir ese deseo de surgir y de perfección en mi interior.

¡Por Yves Saint Laurent y Virgin Records! No sé qué pasa, pero me es muy difícil dar concejos ahora, por el miedo que tengo a que alguien se lastime. Estoy siendo como Marcela de "Betty la fea", la Joan Rivers después de una alfombra roja, Jhon Galliano en la época en que estaba en la casa Dior o Anna Wintour cuando publicó la publicidad de joyería con niñas maquilladas como adultas, por lo que Condé Nast casi la echa al mundo normal y vacío, sin maquillajes, pieles, vestidos de couture y desfiles de modas,

De verdad es que no sé qué hacer, ya que en este año nuevo quiero dar bondad, pero siempre estará con un poco de veneno, aunque yo no desee hacerlo. Mis amigas no comprenden la situación y yo ni idea qué tendré que hacer con la filantropía que corre dentro de mí y que necesita ser expulsada.

En mis sueños me han dicho que me enfoque y que esa especie de "don" que tengo, lo utilice para ser una slut, de esas que se roban los papeles en las películas y novelas, como Carminha de Avenida Brasil; Karina Lafontaine (el papel de Cecilia Bolocco) en Morelia, o Nice en Ángel Malo; y volverme la protagonista y antagonista de la historia. Esto, ya que en la vida real, los malos no mueren trágicamente, no pasan sus años en la cárcel y no andan vestidos con ropa de esas de tiendas por departamento.

Ahora cito a una de las divas que conocí, la que dejaré en el anonimato: "Asúmanlo, si la maldad existe y es buena, porque sino, no existiría el bien y todos viviríamos enojados, fomes y sin nada qué hacer".