
Tuve una revelación: hacer un cambio que rompiera con mi rutina anterior y me despejara de esas cosas malas de la vida, de Él, los otros y aquellos, que sólo estaban para descompensar mis ansias de compras y mis espacios para resaltar mi belleza natural.
Así, como mujer decidida que soy, no quise cambiar mi estilo único de ropa, ni cambiar mi trabajo o pasar a ser una dueña de casa. Lo que hice fue aún más grande, un tanto irracional, pero no descuidando mi postura de Diva, ni dejando de lado esa sensualidad que expele mi ser, sino más bien la reforcé: me teñí el cabello de color oro.
Puede sonar como una atrocidad dejar de ser una Jackie para ser una Marilyn, pero la verdad, no me interesa mucho. Mi inteligencia, viveza, carisma y hottness aún siguen siendo de latina, con ascendencia europea, de mujer de rasgos fuertes, pero ahora un tanto perfilados por el rubio químico del pelo, pero que para nada se ve falso.
Debo decir que fui muy cuidadosa. Me planteé todos los desafíos, pros y contras de ser una rubia debilidad; desde las nuevas combinaciones de ropa y calzado, el maquillaje, el cuidado del cabello, los nuevos colores a utilizar y la discriminación de la que sería parte.
Me detengo en este último asunto, porque si bien las morenas eramos las que todos escuchaban, las lindas, pero no tanto, las inteligentes, etcétera, etcétera; las rubias solo son vistas como el objeto de deseo. Ese trofeo que cualquier hombre quiere tener, pero que como tal, no deja hablar, solo que se vea bonito y que cause envidia en su entorno.
Repasé una y otra vez las complicaciones de volverme una Femme Nickita y, estando con mi peluquero lo decidí. Quise evolucionar como Cecilia Bolocco, conquistar más hombres y mejorar el carácter, tener presencia internacional, que crean que soy extranjera cuando hablo inglés y que reconozcan que parte de mi guardarropa es de colecciones foráneas y que, ahora sí, son una presa difícil de alcanzar, de esa que a los de billetera abultada les encanta conseguir, no importando el precio.
Por eso, aunque tenga que ponerme el traje de gacela, tengan cuidado, porque seré yo al final la cazadora.
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