Yo vengo de la provincia..

Creo que el ser una provinciana por un par de meses me ayudó para tener otros aires. Me explico: estuve casi cuatro meses fuera de lo cosmopolita, sin ver una tarjeta de crédito, con unas ganas eternas de tomar whisky importado (y no la pilsener que se vendía en los bares más top y por la que te cobraban como si fuera importada y hecha por negro esclavos), ver a mis amigas y con una desesperación por asistir a las liquidaciones que tanto me gustan de la capital . Regresé a mis raíces septentoriales, esas bien extremas, en donde me crié como Heidi, en escuelitas con número, usando jumper y preparándome para la PAA (la última, así que no me llamen vieja), yendo a la montaña varias veces al año y con una alergia al polvo que hasta ahora me da tiña. Ese lugar al que sólo me encanta ir porque los perfumes son baratísimos, ya que ni pensar en Burberry, Emporio Armani, ni Zara (por lo que no hay mucha variedad para las prendas).

La cuestión es que estuve varios meses desconectada de la realidad santiaguina, sólo viendo la mentira que dicen los canales de TV y tratando de seguir lo quedecía LUN, que es como la biblia chilena. Extrañaba tanto Santiago (a la ciudad, no al hombre, que es otro cuento), que quise hacer el norte un poco más a mi modo. Empecé por la vestimenta fashion, que nadie comprendía y miraban como si fuera de extraterrestre. Seguí con el coqueteo, que tengo a flor de piel, pero en el pueblito nortino como que no es bien visto que una sea un poquitín buena para el leseo, por lo que no me resultaba mucho eso de la conquista con la mirada y todos me preguntaban si tenía algún problema de la vista.
Tenía tanta frustración porque nada me resultaba, que intenté la terapia de compras, que la verdad no funcionó para nada, pues en cinco minutos veías lo que podría ser top y que ya estaba con tres temporadas de retraso, además de sólo encontrar chucherías que decían "recuerdo de", como si quisiera recordar que me rechazaban y que era un alien en el lugar; que de tan solo rememoralro me pongo triste y desdichada.

Así que, después de una preparación mental que me decía que tenía que aguantar, que era parte de mi pasado; sumado a una terapia de anticonsumismo obligada y a la anorexia sexual (también obligada) que me atacó; decidí que vivir como una niña de provincia no era lo mío y tomé el primer vuelo a la capital, de esos directos, porque no iba a estar más de dos horas con la plebe compartiendo el mismo aire. Claro que antes tuve una parada obligada en el Dutty Free, ya que ni loca me pierdo las ofertas que de verdad no lo son, pero que sirvieron para mi terapia de consumo antes frustrada.
Llegué justo para el fin de semana largo, en el día del trabajador, en donde había muy poca gente que ayudara a una damisela como yo, porque con esto de los feriados obligatorios, la servidumbre no trabaja. Ya en Santiago, todas las miradas estaban sobre mí. Pensé que me veía malísimo, ya que mi aspecto no era tan grácil como antaño, no estaba maquillada ni arreglada, incluso tengo unos kilitos de más. Pero varios guapetones me miraran de reojo, se acercaban como jaguares a la presa, me comían con la mirada y querían sobrepasarse, además de pedrime el fono.

"Por Dior", pensé en ese momento, y eso que nadie me miraba en el pueblito y acá en la gran ciudad mato al mil por ciento. Si hasta yo misma me asombro de que me haya hecho tan bien estar alejada del mundo.
Muchos de los que me recorrieron con la mirada, alabaron mi tostado, mi cuerpo más robusto y con un trasero que pone envidiosa hasta a la Jennifer López y con un pelo más lacio y largo de lo que lo tenía, además de un tomo más claro, producto del agua del norte. "Llegué como huasita, pero sin ser huasita", me dije; así que a puro sacar provecho de este new look sin trabajo. Cómo saber si encuentro mi huaso, bien patón y con una billetera y entrepierna abulatdas que me haga feliz por un tiempo. Sí, por un tiempo nomás, porque una cosa es llegar con aire provinciano y tener cara de monogamia y matrimonio for ever, y otra cosa es estar feliz porque ya existe el divorcio y la paga de manutención por separarse.

1 comentario:

Proserpina dijo...

Jaja, sí es cierto.
A veces uno se estresa por puras huevadas que no valen la pena. Pero a ratos molesta que la gente no haga el ejerciciode dilatar un poco su mente....

mi mail: grisarezza@hotmail.com

(no te había escrito antes porque no me había metido al pc)
Si el archivo fuera muy pesado, mándamelo a fragile.smile@gmail.com
(aunque ese mail no lo uso para casi nada, lo ideal es que lo mandes a grisarezza...)

Ojalá que estés bien, le eché una ojeada a la primera plana, pero cuando lea más te doy mi opinión.