
Cuando era niña siempre me imaginé ser heroína, así como la Mujer Maravilla, con esos tacos maravillosos, esas pulseras exclusivas y la figura de una diosa que dejaba a todos babosos y a merced de su látigo poderoso. Sí, yo me imaginaba así de regia, altiva, bien mandona y siempre a la moda, con facha de ejecutiva que el jefe se quiere puro servir y una mirada pura y casta.
Claro que con los años he tomado varios estereotipos, como la Ivana Trump, Gatúbela, Michelle Pfeifer y miles de otras femmes fatales extranjeras (las chilenas no socialités son todas arribistoides, medias putitas y sin la clase necesaria), por lo que me convertí en una mujer única y bien cotizada, de esas que el gentío llega a temer y de las que se abren las multitudes cuando está a punto de comprar un artículo en liquidación, porque allí si me pongo agresiva, al igual que todas las mujeres impacientes por un artículo único.
Y por esas cosas de la vida, me tocó hacer gala de mi parte heroica, de salir en defensa de la amiga Blanche, que estaba rodeándose de malas juntas arribistas, pepenadoras, carroñeras y Plazas Italia; sin clase, sin forma, sin nada de nada aparte de sus ganas irrefutables de ser más aminorando al resto. A causa de eso todas las amigas realizamos un aquelarre express, en el cual urdimos cómo sería la salida de Diega, la escoria principal que rodeaba a nuestra amiga.
Así, el plan me puso como la única que podía hacer desaparecer a la malvada. Primero el paso 1: hacer gala de mi perfume y atuendo, que no se encontraban en Chile y de lo costosísimos que eran. Eso le daría una pica enorme y se tiraría contra mí en toda la velada. Paso 2: bailar cachondamente y hacer mi sexy movimiento para acaparar las miradas de los machos cabríos del lugar, pero no dejar que ninguno se me acercara. La táctica era para desconcertarla y hacerle saber que las divas somos pocas.Y el tres, paso último y fatal: hacerla creer que nos caía bien, disculparse, unirla al grupo y, a la hora de irse dejarla abandonada, sin darle nuestros números de teléfono, fax, correo, agentes ni nada, para que sintiera la soledad.
No quiero ser autorreferente, pero ser mala me costó, ya que acostumbro a la caridad de las pobres almas a las que Dior no les dio un buen gusto ni refinamiento. Pero tuve que inmolarme por la causa y sacar la Cruela de Vil que llevo dentro. Por eso solo tendré que usar Casta y Devota por unos días, porque si sigo con mis Bad Religion, me haré extremadamente mefistofélica. Así que protégeme Ives Saint Laurent, que pecado hay demasiado.
2 comentarios:
jaja me gustó mucho... insisto en que tiene más peso que bendetti..
a propósito, estuve ultra enferma y uno de los días en que ya podía leer, leí entero el libro que me prestaste.
Es cierto que después cambia un poco y claro que puede tener más de una lectura y la tipa que no tiene la culpa de haber nacido tan sexy es menos hueca de lo que aparentaba en ls primeras planas, me entretuvo harto ese día que estuve acostada leyendolo, así que -como me dijiste- lo dejé con el Enzo, para que lo busques si es que vas a la U.... ojalá andes bien, un saludos nos vemos
hola stacie
me gusto mucho leer este post por que salgo yo oh oj.
No, en realidad no pense que debajo de esa cabellera rubia natural y esa piel perfecta hubiese una mujer tan bondadosa que se sacrifica por sus amigos.
espero unirme a un tea party pronto
blanche
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