
A medida que se acaban los vientisiempre,
pasan dos cosas: o empiezan a aparecer nuestras inseguridades y nos tiramos a
un pozo sin fondo que la mejor de las liquidaciones no puede resolver. O nos
volvemos mucho más atrevidas de lo que solemos ser las divas y, por eso,
llamamos mucho más la atención que cuando estábamos recién salidas de nuestras
carreras de universidad o cursos en el extranjero y nos veían como la brisa que
llegaba a dar un respiro al holding donde decidimos trabajar.
Para mí, por toda la experiencia que tengo
en lo que a fijarse en colores, precios, detalles mínimos en cada una de las
cosas que existen en la vida y que el 80% tiene que ver con moda; pasan también
otras dos cosas muy similares. Una de ellas es que los hombrones maduros, que
nos llevan por 10 ó 15 años, nos ven como pares. Ya nos somos las presas que
desean tener para contemplarlas como trofeo, sino que piensan mejor en lo que
deben desembolsar para estar con nosotras y pasar muy buenas veladas, sin tener
que estar explicando todo dos veces, puesto que tenemos un bagaje en diversos
aspectos, somos guapas y contamos con una madurez justa, para no ser aburridas,
pesadas o lerdas, aunque sí algo irónicas, que vuelve locos a esos George
Clooney que andan por todos lados.
Pero no solo los maduros son los que nos
toman en consideración, sino que también nos cotizan en las ligas inferiores.
Los jovenzuelos nos admiran como un objeto de deseo, de esas cartas que
coleccionan y donde somos la más rara y cotizada de todas, como ese artículo
inalcanzable por el que tienen que esforzarse y jugar mucho más duro la
partida. Esto, porque ya estamos desarrolladas, tenemos un cuerpo cuidado, sin
la grasa juvenil que siempre existe, sabemos combinar las piezas, sacarnos
partido, tanto en lo social, corporal y ocupar tretas para conseguir nuestro
cometido, entre un etcétera de cosas que los pobres mozuelos aún no aprenden,
ni que nuestras "yo" adolescentes, tampoco saben.
Respecto de las cuatro paredes, con plumón de plumas de ganso y sábanas de más de 700 hilos de algodón egipcio, no es un tema del que se hable mucho, pero las que prefieren a los jóvenes lo dicen por la fuerza y la experiencia que les pueden dar, debido a que son una especie de perritos que hacen lo que sea por la galletita de recompensa. Los maduros saben más del juego previo y los regalos que van acompañados de una salida, como las joyas, relojes, vestidos o alguna rosa, que nos sube el ego y el guardarropa, lo que nunca es suficiente para alguna como yo.
Yo no sé que haré con mis BFF, ya que sumarme a la moda, porque también estoy en los descuentos, creo que no va conmigo. Pero al fin y al cabo, si lo hago con cualquiera, no importa la clasificación que las otras envidiosas le den, siempre será mi "toy boy", tenga 100 o 18 años recién cumplidos, ya que deben comportarse como yo quiera y los maneje.